martes, 30 de junio de 2009

A veces mi gallinita negra entraba a la casa
y se apostaba arriba del televisor.
Al principio nadie la notaba
pero de pronto se introducía en los ojos
y desde entonces era imposible
no verla.
Si bien era mi mascota y la quería
no parecía ella, así inmóvil.
Era como un presagio
o el mar de noche
o un choque de automóviles.
No se parecía a ella,
encandilada, en trance.
La sujetaba rápido y la llevaba al jardín,
recién ahí la reconocía
pero por un buen rato me temblaban las piernas.

2 comentarios:

  1. che, como haces para tener esas mascotas. ya se que tuviste gallina y mulita, que mas?
    debe ser una gran experiencia. cuando era chico mi hermano tenia un chanchito que se murio de frio.
    por otra parte, muy lindo el elefante y flor.

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