martes, 22 de diciembre de 2009

Hay un momento en el crecimiento interior de todo ser, en que se llega a la convicción de que la envidia es ignorancia; que la imitación es suicida; que debe aceptarse a sí mismo, para bien o para mal, como suyo; que, aunque el sabio universo está lleno de bien, ninguna cosecha podrá llegarle, sino su labor realizada en la porción de tierra que se le ha dado a cultivar. EL poder que reside en la persona es nuevo en la naturaleza, y nadie sino ella sabe lo que puede hacer, ni ella sabe hasta que lo intenta.

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